Así es la región más alta y septentrional del Cáucaso: Svaneti. Protegida por las montañas que la hacen prácticamente inaccesible durante gran parte del año la mantienen también aislada del resto del país. Esto también explica porqué la modernización que está experimentando esta ex república soviética ha llegado más tarde: las torres de vigilancia que caracterizan la zona observan el paso del tiempo y cómo Mestia, la capital de Svaneti, comienza a asemejarse ahora a cualquier pueblo de montaña europeo (asfaltado, con edificios de piedra y madera totalmente nuevos e incluso una comisaría de cristal). No obstante, todavía quedan algunos rasgos originales, por ahora, inmutados como es el caso de la imprescindible Usghuli.
Para llegar hasta aquí, hemos hecho gran parte del trayecto en tren nocturno hasta Zugdidi y desde allá en marshrutka hasta Mestia. Es un enlace muy rápido pues los conductores ya conocen los horarios de los trenes y están allí nada más llegar. Eso sí, se recomienda comprar los billetes de tren con tiempo porque se trata de la misma línea que conecta la capital, Tbilisi, con la costa del Mar Negro, donde los turistas locales suelen acercarse en Verano para bañarse y tomar el Sol, y los trenes suelen ir muy llenos. El trayecto es de aproximadamente unas 4 horas (como mínimo) y si no hay problemas en la carretera. La constante lluvia hace que el caudal del río descienda de forma salvaje y provoca varios deslizamientos en la carretera. Esto es lo que se encontraron nuestros amigos Natalia y Christophe que viajaban haciendo hitch-hiking y unas pocas horas después de nuestro paso.
Tras varias horas pegado al asiento observando con admiración la belleza también salvaje de la naturaleza comienzan a aparecer las primeras Koshki o Torres Svan, unas torres de vigilancia construidas con el objetivo de proteger las varias aldeas de montaña de posibles invasiones o conflictos locales. De hecho, estas construcciones que datan de los siglos IX y XII d.C. son el emblema de la región.
Llegamos a la flamante plaza principal de Mestia. Estamos a unos 1.400 metros de altura y el ambiente es de un soportable frío. Nuestra primera parada es la nueva Oficina de Turismo que centraliza toda la (des)información sobre la zona: acabamos por repetir la experiencia de Kazbegi y nos hospedamos en casa de una señora que a pesar de las pocas palabras que sabe en inglés muy amablemente nos ofrece por 20 euros por noche y persona una habitación bastante cómoda, desayuno y cena.
Tras dejar la mochila, es el momento de llevarse algo a la boca y probar la gastronomía local: nos decidimos por un bar que está prácticamente vacío.
Ahora sí, con la energía recuperada vamos a explorar la capital de Svaneti, que se divide en dos partes: una primera donde nos alojamos y donde se concentran la mayoría de las Torres Svan y otra que está más alejada pero conectada por la única carretera medio asfaltada que atraviesa esta villa. El resto resulta un laberinto de “calles” por el que apetece perderse y dejar volar la imaginación hacia la Edad Media.
Y antes de ir a dormir es momento de quedar con nuestros compañeros espontáneos e intermitentes de viaje para degustar el vino de la región antes de descansar.
Ya para acabar esta primera parte del post os dejo las vistas desde nuestra habitación:
Una vez ya explorada Mestia hay dos recomendaciones que requieren de varios días: una excursión a pie hacia los Lagos Koruldi y otra en Jeep 4×4 hacia el último rincón salvaje de Svaneti, Uhsguli. Pero antes veamos qué nos ha preparado nuestra casera para afrontar esta larga jornada: un desayuno amplio y variado con hortalizas, huevo y queso casero y un kubdari (pan con verdura y carne en su interior).
La primera recomendación es un trekking hacia los Lagos Koruldi y el Monte Ushba (4.500 metros de altura). Son seis horas por trayecto por lo que se aconseja salir bien temprano o acampar allá (para ésta última opción se debería ir acompañados de un guía local puesto que son varios los casos de grupos de georgianos que han entrado a las tiendas de campaña durante la noche).
Y finalmente llegamos a nuestro destino: uno de los lagos que vemos tiene curiosamente la forma del mapa de Georgia: